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Publicaciones de la categoría: Impresiones

Simile Magazine. Snow, sun, bicycles.

22 martes Jul 2014

Posted by lapasiondetraducir in Bélgica, Impresiones, Proyectos, Relatos

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Hace un par de días recibí el ejemplar de la revista
literaria de la Universidad de Gante (Bélgica) Simile Magazine, donde publicaron mi artículo Snow, sun, bicycles. ¡Muchas gracias!

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A couple of days ago I received a copy of the literary magazine Simile Magazine of Ghent University (Belgium), where they published my article Snow, sun, bicycles. Thank you very much!

Content

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Snow, sun, bicycles.

Snow. Sun. Bicycles. I can close my eyes and be there again. Sint-Pieterniewstraat with thousands of students going down the street on their bikes. Around six o’clock in the evening. Going home for dinner. But I open my eyes and I am here. In the end, the faces are different, but the people are the same. Here and there. It does not matter where I decide to live. When I was there: siesta and Spanish omelette. Now here: I have dinner at seven o’clock in the evening. Cereal at ten. Imported beer. Now I insist on remembering the lifestyle there. And the piano there sounded like a relief. I did not have one there but I could play it once in a while, at friends, cafés, Univeristeit… a friendly voice; now here it only sounds like melancholy, nostalgia, flashback. And here the sun in shining and I am complaining about the fact of being inside, even when I have sunshine the whole day. That is it, I have not adapted yet. And here when it rains, if it rains, I want it to rain, I need it. Not there. Here I see people on bikes handing out flyers, there I was one of them. They are  probably complaining about the heat, the 40 degrees. While I was complaining about the snow, the ice, the cold, the -15 degrees and trainers not being appropriate for the snow. And here when I see the air conditioning the terraces, I laugh. There the ice from the snow was used as a fridge. Here I go for a coffee at nine o’clock in the morning and the old people in the bar are talking about whether it will rain. There by the time the sun was coming out, they knew the weather forecast for the entire week by heart…

It all happened very fast. I finally disconnect from everything and take my bicycle. Like I always did in Belgium, when I was sad and I only wanted to vent. Then I start to pedal counter-current. Like always, and with tears in my eyes, that I do not know why they are there, and that if you could now see the original of this text you would see that dried drop on the paper. Without distinguishing between the salt and the sweet drops, as I am sitting on a rock, and today the sky is grey and the sea is angry, like my internal sea, that hardly knows what it wants. The only thing that it knows is that it is tired of going counter-current, and that wants to start living. After returning from another country I felt lost: everything had changed. Indeed, everything was the same, it was me that changed. The other people, the rest, were anchored in this port. But I could not understand certain reactions, behaviors, conversations… For the moment I have not found the force to continue counter-current. I want to be calm, but I hope to be encouraged to start new adventures.

Irene de la Torre

 

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Nieve, sol, bicicletas.

14 miércoles Ago 2013

Posted by lapasiondetraducir in Bélgica, Impresiones, Mallorca

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F2470019Nieve. Sol. Bicicletas. Podías cerrar los ojos y estar allí de nuevo. Sint-Pietersniewstraat con cientos de estudiantes bajando la calle en bicicleta, cerca de las seis de la tarde, para ir a sus casas a cenar. Pero los abrías y estabas aquí. Al final las caras son diferentes, pero las personas son las mismas. Aquí y allí. Daba igual donde decidieras vivir. Cuando estabas allí: siesta y tortilla de patata. Ahora aquí: cenas a las siete de la tarde. Cereales a las diez. Cerveza importada. Ahora te empeñas en recordar el estilo de vida de allí. Y el piano allí sonaba a desahogo, a una voz amiga, aquí sólo a melancolía, nostalgia. Y aquí todavía al salir el sol maldecías estar adentro, cuando lo tienes todo el día. Eso era, no te habías adaptado todavía. Y cuando llovía, si es que lo hacía, querías que lloviera, lo necesitabas. Allí no. Aquí veías a los repartidores de flyers en bicicleta, esa eras tú allí. Ellos seguramente maldecían el calor, los cuarenta grados. Mientras tú allí maldecías la nieve, el hielo, el frío, los -15 grados y sólo tener esas deportivas que no servían para la nieve. Y aquí veías los dispensadores de aire de las terrazas, te reías. Allí se estilaban las mantas en las sillas, que nadie iba a robar. Nadie. Siempre había el mismo número. Aquí los helados se derretían. Allí el hielo de la nieve se usaba como nevera. Aquí ibas a tomar un café a las nueve de la mañana y los viejos del bar hablaban de si llovería. Allí de cuándo saldría el sol, se sabían el pronóstico del tiempo de memoria. Eran capaces de recitarte la semana entera…. todo es igual pero al revés. Ya daba igual el dónde.

Cierta distancia

31 viernes May 2013

Posted by lapasiondetraducir in Impresiones, Mallorca, Relatos

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Etiquetas

Mallorca

Algunos escritos cuestan muy poco, otros mucho. Los mejores sin duda eran aquellos donde la hoja no era un folio en blanco, sino trozos recortados de periódicos, partes de atrás de tarjetas de embarque, folletos olvidados, una servilleta o incluso pañuelos de papel. Porque eso significaba que las palabras debían de salir, como si las estuvieran agarrando del cuello. Algunos escritos costaban un café, otros una comida. A mi hoy me costó un poco más, por pedirme un café en el aeropuerto. Y eso supongo que iba a merecer la pena. Sólo para que me dejaran sentarme en una mesa y no tener que pelearme con el papel, mis rodillas y el bolígrafo para escribir. Escribir. Por fin lo hacía. Llevaba tantas palabras acumuladas que ya no sabía por dónde empezar. Pero parece que me inspiraba cuando veía las cosas desde cierta distancia. Como Mallorca, desde el avión. Y una vez que aterricé era como si siguiera en el mismo avión. Porque ahora veía Mallorca desde cierta distancia. Lo cual me parecía absurdo, pero interesante.

Lo primero que cambió en mi visión fue darme cuenta de que ellos, existen. Ellos eran yo en su país. Yo en su país era ellos en Mallorca. Hasta ahora no me había fijado en ellos. Hasta ahora no había centrado los ojos en ellos. Ellos eran personas. Pasajeras, antes. Ellos son personas, ahora. Ahora podía meterme en su piel. Ahora sabía lo impotentes que se sentían cuando tenían que pedir el café en un idioma que no era el suyo. Sabía que andaban con cinco ojos, asombrándose de cosas. Intuía un poco de las cosas de las que se asombraban. El carácter español, tan diferente al suyo. El menú del día – dos platos – por nueve euros. Con vino incluido. ¿Quién les iba a creer cuando llegaran a su país y contaran todo aquello? Estos eran ejemplos de esas pequeñas cosas que tienes cada día. Las ves, pasas de largo, no te das ni cuenta de que existen. Pero son para ti tu principal apoyo. Tu café diario, sin el cual te cuesta arrancar. Constituyen el escenario con su decorado. Tú prestas atención a la trama de la obra, tu vida, y no al escenario, pero sin él nada tiene sentido. Sin él se siente un vacío, algo falta, pero no sabes muy bien el qué.

Era eso

07 jueves Feb 2013

Posted by lapasiondetraducir in Granada, Impresiones, Relatos

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Y una vez allí, Granada encantada, seguía emocionándome al ver el sol salir para quedarse. Ver el cielo completamente azul sin ninguna nube al acecho, ni blanca, ni gris. El sol no jugaba contigo, aquí tenía las cosas claras. Y la tranquilidad de la gente. La humildad que olía a arroz con poca carne y muchas verduras. Y a especias. La humildad que sonaba a tenedores, preparándose para dar de comer a una familia entera. Y la tranquilidad de la siesta. Y saber que el tiempo es todo tuyo, que el sol te regalará un cielo entre naranja, rojo y azul a las siete de la tarde. Hoy en febrero. Y que no hay prisa. Que nunca la ha habido, porque la ciudad no duerme. La ciudad restará infinitamente despierta. Y descubrir que la felicidad era simplemente eso. La sensación de calor y la brisa. Y el sonido de la persiana alzándose. Con pájaros de atardecer de fondo. Los tendederos de ropa en la acera, el sonido de jóvenes guitarras espontáneas que caminan tocando por las calles. Y la comodidad de salir en pijama y zapatillas de andar por casa. Era eso.

Irene de la Torre

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